Tras dos semanas de bloqueos en las carreteras de Bolivia, los sectores movilizados que apoyan al expresidente Evo Morales anunciaron una “pausa humanitaria” en las protestas, mientras se realice una investigación internacional, exhaustiva, transparente e independiente sobre los hechos ocurridos durante la intervención policial y militar ordenada por el gobierno de Luis Arce.
Los bloqueos, que comenzaron el 2 de junio principalmente en Cochabamba y Potosí, buscaban presionar para que Morales fuera habilitado como candidato en las elecciones nacionales del 17 de agosto, además de exigir la renuncia del presidente Arce y soluciones a la crisis económica, la escasez de dólares y combustibles.
Durante las protestas se registraron violentos enfrentamientos que dejaron al menos seis muertos, entre ellos cuatro policías, un civil y un joven universitario, además de más de 200 heridos. La violencia incluyó ataques con armas de fuego y explosivos, así como agresiones a pobladores que intentaban despejar las vías.
A pesar de la suspensión de los bloqueos, los seguidores de Morales anunciaron que continuarán con otras medidas de presión hasta lograr la renuncia del actual gobierno. Morales, desde su refugio en el Chapare, calificó los hechos en Llallagua como una “puesta en escena” del gobierno para culpar al movimiento campesino y denunció muertes de manifestantes que no han sido reportadas oficialmente.
El gobierno boliviano, por su parte, mantiene su postura de continuar con el proceso electoral sin modificaciones y ha desplegado fuerzas policiales y militares para desbloquear las vías y restablecer el orden.
Fuente: Deutsche Welle (DW)