¿Por qué Teherán no bloqueó el estrecho de Ormuz?

El Estrecho de Ormuz, uno de los pasos marítimos más estratégicos del mundo, es una vía crucial por donde transita aproximadamente una quinta parte del petróleo consumido globalmente. Ubicado entre las costas de Irán y Omán, este estrecho conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo, y su cierre tendría consecuencias económicas y geopolíticas de gran alcance. A pesar de la escalada de tensiones tras los ataques estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes, Teherán decidió no bloquear esta ruta vital, una decisión que ha generado análisis y especulaciones internacionales.

Una de las razones fundamentales para que Irán no haya cerrado el estrecho es el impacto directo que esta acción tendría sobre sus propias exportaciones petroleras. Aunque Irán ha desarrollado una terminal alternativa en Jask, fuera del estrecho, esta infraestructura no está aún operativa para reemplazar el volumen que pasa por Ormuz. Bloquear el paso afectaría gravemente sus ingresos petroleros, dañando su economía en un momento ya complicado por sanciones y presiones internacionales. Además, un cierre prolongado perjudicaría a sus aliados regionales, como Arabia Saudita y otros países del Golfo, lo que podría erosionar su apoyo político.

Desde el punto de vista militar, Irán cuenta con una flota de lanchas rápidas, misiles y minas navales que podrían dificultar el tránsito por el estrecho temporalmente. Sin embargo, cualquier intento de bloqueo enfrentaría una respuesta rápida y contundente de Estados Unidos y sus aliados, quienes han reiterado su compromiso de mantener abierta esta vía marítima esencial para el comercio mundial. La Marina estadounidense tiene experiencia histórica en escoltar petroleros a través del estrecho, lo que reduce las probabilidades de un bloqueo efectivo y prolongado.

El impacto económico global de un cierre sería inmediato y severo, con un aumento significativo en los precios del petróleo y la consecuente inflación en mercados internacionales, especialmente en Asia y Europa, que dependen en gran medida de este suministro. La interrupción afectaría sectores clave como la manufactura, el transporte y la agricultura, generando un efecto dominó en la economía mundial. Por ello, la comunidad internacional observa con preocupación y busca evitar que el conflicto se extienda a esta dimensión.

Finalmente, la decisión de Teherán de no bloquear el Estrecho de Ormuz refleja una evaluación estratégica que prioriza la estabilidad económica y política interna, así como la gestión de relaciones regionales e internacionales. Aunque la amenaza persiste como un arma disuasoria, Irán opta por no cruzar la línea que podría desencadenar una crisis energética global y una escalada militar incontrolable.

Fuente: Deutsche Welle

By Ginger Cevallos Carrillo

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